¿Alguna vez ha pensado en cuántas decisiones tenemos que enfrentar cada día —o en el proceso mediante el cual las tomamos?
Puedo decirle que hay una manera correcta y una incorrecta de hacerlo, y puede resumirse en dos palabras: principio y preferencia.
Un principio es una norma moral basada en la Palabra de Dios.
La Biblia es el fundamento de lo que creemos y, por consiguiente, debe ser nuestra guía para la toma de decisiones.
Ella nos ayuda a entender que los principios divinos fueron dados para nuestra protección, no para aguarnos la fiesta.
Pero cuando actuamos según nuestra preferencia, nos dejamos llevar por las circunstancias y somos dirigidos por nuestros gustos, antipatías y deseos.
Una persona que actúe de esta manera pudiera concluir: El día está demasiado lindo como para ir al trabajo; voy a llamar para decir que estoy enfermo.
Las decisiones basadas en sentimientos conducen a engaño y manipulación —una manera peligrosa de vivir, y un ejemplo destructivo para los demás.
La Biblia ofrece incontables ejemplos —desde faraones hasta fariseos— de personas que tomaron malas decisiones derivadas de un interés egoísta. Pero también da ejemplos inspiradores de quienes vivieron de acuerdo con los principios de Dios.
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